Nos
vamos al campo un jueves por la tarde, y Fernando que no llega. ¿Nos
dejará subir el señor revisor?
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Poco faltó, pero Fernando llegó y con él el ansiado permiso.
Así que llegamos a Carbajales y subimos un poquillo.
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La
bici de Fernando, como siempre, iba llena de todo tipo de artilugios de
supervivencia.
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Y
así llegamos al viaducto, el puente de puentes. De lado parecía fácil,
pero...
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...
llegar a semejante altura cuesta semejante esfuerzo. Cosas del
bicicletismo.
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Eso sí,
la vista del río desde arriba es casi impresionante.
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Después de cruzarlo como trenes (entre los raíles) nos paramos
a asombrarnos de nuestra hazaña.
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Y,
aunque el sol no permitía muchas alegrías, pudimos hacer esta
foto.
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Y
esta, y alguna más que no he puesto.
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Pero
no habíamos parado de subir.
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Al
final, nos pegamos una cena a base de un chuletón de esos que no caben en
la barriga.
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Y
dejamos las bicis listas y aviás para una próxima salida. Algunos, a
Peces.
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